Me
olvidé decir, a quienes quise, que su amistad fue mucho más que
charla y risa compartidas; más, incluso, que los reencuentros y
despedidas que habitan en el erial ya arrasado de mi memoria.
No
supieron, quienes me odiaron, que sus desprecios murieron en una
oscuridad de luto, vestida de jirones de un tiempo tan fugaz y escaso
como malgastado. Sin más. Sin nada. Sin nada más.
Si
pudiese, diría a mis hijos que se atrevan a buscarse mañana en el
espejo, aun a riesgo de encontrarme y reconocerse.
Recuerdo
que olvidé decir, a quien amo, que algunos días olvidé decirle que
la amaba.
Quise
redactar un epitafio para explicar que ahora “Vivo en ese cielo
multiplicado de quienes una o varias veces llegamos a
importarnos...”, pero olvidé dejarlo por escrito y aclarar al
marmolista que, odiando la muerte y el abandono, también odio las
mayúsculas, las comillas y la letra en cursiva.
"en instantes detenidos..." por lisardo díez llamazares se encuentra bajo
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