gotas. palomas.

Publicación digital colectiva del Primer Concurso de Microrrelatos Sierra Pambley (2011)
 
(Este es el original, escrito allá por 2005 en León, durante un café tranquilo. El epílogo, durante el café tranquilo del día siguiente. Ligeramente modificado, lo presenté al concurso. Página 41 del Libro "140 palabras dan para mucho")



No se alegra el agua de la fuente.

No vive, aunque se mueva.

Llora porque sabe que esta tarde estará cayendo de la misma forma, y lo mismo hará mañana. No tiene esperanza, no puede tenerla; no sabe acerca de la existencia de palomas que traen el mensaje de un hipotético rescate porque, cuando la paloma bebe, esa gota ya no regresa para contárselo a las otras gotas.
 
Esa gota se va de viaje para ser gota, y ya nunca volverá a ser fuente. Estadísticamente, al menos, es poco probable. También sería mala suerte, para una gota, volver a su cárcel de mármol (piedra artificial en la mayoría de los casos y en el nuestro) y consumir los días esperando que aparezca, para beberla, otra paloma. Y, estadísticamente, ni me planteo la ínfima probabilidad de que una paloma, eligiendo al azar entre millones de gotas, vuelva a rescatarla.

Aunque, a veces, no todo se puede reducir a la estadística, o a las palomas.
 

EPÍLOGO
Al día siguiente de escribir el texto anterior, y sin palomas de por medio, un operario del servicio municipal de limpieza, equipado con la pertinente red, sacó las hojas caídas en la fuente y, al hacerlo, liberó de su prisión a muchas gotas anónimas. Cierto es que también muchas de ellas fueron a parar al cubo de la basura… es lo que puede suceder cuando algo o alguien asusta a las palomas. (…)



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