sábado, 23 de febrero de 2013

qué más te cuento, Genaro...

Poema presentado al III Certamen Genariano de Versos Burlescos (2013), convocado por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín (León) 


Favor pido, Don Genaro,

no me culpe si me pierdo.

Entienda usted que he bebido

(no tanto como pretendo)

tal vez más de lo debido...


Favor pido, Don Genaro,

no me culpe si me extiendo,

que al beberse, las memorias,

se suben y van creciendo.


Favor pido, Don Genaro,

no me culpe si acelero,

que los versos que recito

son minutos que no bebo.

Empiezo por el presente,

y el recuerdo, para luego.


Le contaré las noticias

por no perder más el tiempo,

que pa'l caso que nos hacen

Gobiernos y Ayuntamientos...

mejor no abrimos la boca

y evitamos sus venenos,

esa corrupción en vena

que inyectan en nuestros cuerpos

los bastardos vitalicios

de Senados y Congresos.


Puesto a gastar mis palabras

mejor cantar a los muertos

que escuchan más y nos guían

desde sus cielos e infiernos.


Políticos, pelotazo,

comisiones, mamoneo,

dietas, coches oficiales,

sobres de sobresueldos,

brotes que decían verdes

cuando brotaban resecos.

Contamos números rojos;

ellos cuentan dividendos.

Prevaricación, cohecho,

todos roban mientras chupan,

y nos saludan, muy frescos

chorizos que no se curan.

Justicia de los banqueros,

lo que no digan las leyes

ya lo dictarán los euros,

ya lo acatarán los jueces...

Señoría, ¡buen provecho!


Qué más te cuento, Genaro,

no sé ni cómo contarte...

cada vez quedamos menos,

que se nos van los rapaces;

sacan billete y nos dejan

para ganarse los panes,

para buscarse una vida

siendo hijos alemanes

de padres españoles

con abuelos emigrantes.


Viva la puta Europa

sin créditos, sin avales,

vivan la prima y su riesgo,

y los banqueros mangantes.

Que vivan como les plazca

con sus cuentas trimestrales,

que se la metan a plazo

en sus orgasmos contables.


No sé si seguir, Genaro,

que vas a pensar que miento...

vas a opinar, y aciertas,

que si el desarrollo es esto

fueron mejores tus días

de cantinas y pellejos.

Emperador de arrabales,

soberano de tus sueños,

dueño y señor de tus vicios,

tu leyenda, tus secretos...

Durmiendo por las mañanas;

por las noches, consumiendo

placeres en los burdeles

que compraban tus dineros.

Un Genaro, a fin de cuentas,

jodido pero contento.


Qué más te cuento, Genaro,

a ver cómo te lo cuento:

Ahora el sexo que tenemos

es que nos joden a impuestos.

La esperanza que nos queda

es vivir sobreviviendo

al vaciar estas botellas

por reír envejeciendo.

Vamos a seguir, sigamos;

que los infieles conozcan

los dogmas de San Genaro.


Se haga silencio en la plaza,

sin ruidos malgastados.

La boca es para beber,

y el agua para los patos.




Elegía del orujo


Bendito sea tu recuerdo,

benditos los congregados,

bendigamos las gargantas

al recordar el pasado,

al rescatar del silencio

los sonidos de tus tragos,

sinfonía entre cristales

de los licores y caldos

que riegan nuestra conciencia

y alimentan, como antaño,

en calendarios dispersos

las noches de Jueves Santo.
 
Chusco de hogaza en tu mano,

eucaristía profana,

celebración de los santos:

santo orujo, santo queso

santo fruto del naranjo;

en jarras de cada noche

santificas vino en barro

y sacerdotisas, las putas

te perdonan tus pecados.
 
En calvario de muralla,

ya sin cruces ni romanos,

te alzamos a los altares

del cáliz de nuestros vasos,

brindando con cada sorbo

¡Por Genarín! ¡Por Genaro!




No te olvidamos, Genaro,

puedes estar seguro,

que sin tener que contarnos

te juro que somos muchos

los que te vamos rezando

desde el Húmedo a Los Cubos.

Cofrades de buena mesa,

hermanos que beben juntos,

los de León, los de fuera...

hoy todos somos cazurros,

que los distintos caminos

nos han traído a este punto

a recordar tus 'fazañas',

tus pasos por este mundo,

tus suertes y tus penurias.

Tu noche, pasión y embrujo.


(...)


“Y siguiendo sus costumbres
que nunca fueron un lujo...”




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"qué más te cuento, Genaro..." por lisardo díez llamazares se encuentra bajo

jueves, 21 de febrero de 2013

derecho de naufragio activo

Microrrelato presentado al V Concurso de Microrrelatos sobre Abogados (2013), convocado por el Consejo General de la Abogacía Española y la Mutualidad General de la Abogacía

Los relatos presentados durante el mes de febrero de 2013 deben necesariamente contener las palabras "ojo, mar, trajín, desistimiento, esgrimir"



Mi agenda era testigo y epitafio del trajín absoluto de mis días. En líneas paralelas y horizontales anotaba citas y teléfonos. Esas mismas líneas, al multiplicarse, se hacían afilados cuchillos que, a distancia, iban poco a poco cercenando la piel de mi pareja. Márgenes sin escribir adivinaban el silencio de unos odios que a menudo me callaba; vacíos verticales en los que mi ojo buscaba un espacio donde evadirse; acaso un mar de papel en que atreverme a naufragar.

Alexandra, mi mujer, me culpaba de preocuparme más por los clientes que por ella; más por menores tutelados que por nuestros propios hijos. A cada tentación de cambio seguía un desistimiento. Desistí de cambiar por pretender esgrimir excusas y mentiras hasta que, en una de las hojas, exigiendo una reunión, apareció su letra pidiéndome el divorcio.

Decididamente, siempre ejercí mejor la abogacía que el matrimonio o la paternidad.





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"derecho de naufragio activo" por lisardo díez llamazares se encuentra bajo

sábado, 16 de febrero de 2013

twitteando para el concurso #14FRX de Freixenet

Presentados al concurso "El mejor Tweet para tu pareja en San Valentín" (2013), convocado por Freixenet




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"para soñar distinto" y "lo que (te) quiero" por lisardo díez llamazares se encuentran bajo

viernes, 15 de febrero de 2013

ciudad de pasos

Relato presentado al Concurso de Relato "de buena fuente" (2011), convocado por el Ayuntamiento de Logroño con el tema "el ferrocarril a su paso por Logroño"

– ¿Te falta mucho para llegar?
– No mucho, cariño. Acabamos de pasar por Haro.
– Entonces salgo ya hacia la estación –comentó–. Nos vemos allí.
– No hace falta que vayas, –dije– prefiero que no lo hagas. Me apetece dar un paseo a solas de vuelta a casa. Ya sabes... cosas mías.
– Como quieras, – contestó comprensiva– entonces nos vemos aquí.

Guardé el móvil en el bolsillo interior de la chaqueta, y con un gesto pedí disculpas a la chica que viajaba a mi lado por haber interrumpido su sueño. Su mirada pareció aceptar las disculpas; o tal vez fuese de total indiferencia, producto de su aún incompleto despertar.

(...)

La vía y el Ebro dibujan, sobre el mapa, garabatos que se aman, trazos emparejados, constante fluir de vidas de agua. En ocasiones, sólo en ocasiones, se abrazan en furtivo beso que apenas dura unos segundos para, un instante después, volver a distanciarse. Algo similar ocurre con ciertas personas –pienso– para quienes el momento preciso de conocerse es también ese mismo punto de partida y no retorno de sus vidas, divergentes, como suelen serlo, por naturaleza.

Vistos desde este asiento del vagón, Briones y Cenicero se me antojan miradores, balcones, rostros urbanos de mirada acristalada que escruta un patio inmenso de campos cultivados donde atareadas hormigas humanas trabajan incansables para merecer después un ocio amistoso, al calor de sarmientos en bodega. Al calor de vidas compartidas.

La distancia hasta Logroño –aventuro mientras llegamos a Fuenmayor– se podría calcular por la frecuencia creciente con que las naves industriales captan la atención del viajero. En un gradiente continuo que cada vez me acerca más a la ciudad, los conceptos de rural y urbano se mezclan y difuminan para solapar su significado, dando lugar a una entidad plural que es mucho más que la simple suma de sus elementos individuales.

Poco a poco, al compás asumible de una sonata metálica de tren sobre raíles, mi corazón se sosiega al aproximarse a la que ahora es su casa. Por estar llegando, tras una breve e inevitable ausencia, a esta ciudad que hace años adopté como mi hogar, logrando convertir los gentilicios derivados de anteriores residencias en circunstancias de un tiempo ya pasado.

El camino sinuoso recorrido hasta ahora da paso, al llegar a la ciudad y penetrar entre sus barrios verticales, a un trazado que se acomoda a los designios lineales y la geométrica sencillez de los ingenieros. El amplio valle ferroviario se cierra en un angosto cañón hormigonado que, tras un remanso de curva perfecta, se abre nuevamente para desembocar en avenida y llanura de fin de viaje.

Al comprobar el estado de las obras del soterramiento, pienso que una ciudad siempre gana cuando las trincheras de un frente dejan de ser frontera y se cubren para transformarse en foro de proximidad y encuentro.
Acaso –concluyen mis argumentos– este sea, en adelante, un cauce ajardinado que recoja las voces y risas de niños que jugarán en nuevas riberas, acariciadas por el sol apocado, en futuras tardes otoñales como la de hoy.

Ya he llegado. Ya he vuelto. Y un largo y despreocupado paseo me encamina, sin saberlo, desde la estación hasta el río; sin ningún motivo en especial. Sólo porque al pasear consigo encontrarme completamente en fase con el ritmo vital de la ciudad.

Hay quien habla de Logroño como ciudad de paso –supongo que todas las ciudades son siempre ciudades de paso para quien decide no permanecer en ellas– pero mi experiencia me dice, como me susurró ya hace años, que es una ciudad para quedarse. Una ciudad para ser acariciada con los pasos tranquilos de quien tiene la suerte de habitarla o visitarla en algún momento.
Me río por dentro al encontrarme, de repente, haciendo un cálculo estimativo cuyo resultado viene a sentenciar que sus habitantes recorren, cada día, entre todos, varios ‘Caminos de Santiago’ por sus calles y plazas.

Kilómetros, personas y pensamientos desordenados me acompañan hasta el puente. Me detengo a respirar el aire fresco del anochecer mientras sus piedras regalan el poco calor que han conseguido atesorar durante la tarde.
El río es ahora un lienzo negro sobre el que, errática, la silenciosa corriente pinta distorsiones de luces de una ciudad que comienza a silenciarse en su propio reflejo.

En la lejanía, fuera incluso de los márgenes del cuaderno neuronal donde mentalmente anoto estas ideas, se escucha el sonido agudo y mantenido de la bocina de un tren que se aleja; bocina de lamento por esa gente que se va para seguir atravesando nuevas ciudades de camino a ninguna en particular.

Pero yo me quedo.

Yo decido quedarme y permanecer en esta estación para seguir esperando el futuro –cualquier futuro, todos los futuros– como ese resultado incierto de la suma periódica de nuevas estaciones.





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jueves, 14 de febrero de 2013

algo de litwitratura...

Presentado al concurso "San Valentuit" (2013), convocado por larioja.com

 

"Quiero ser, horizontal, tus labios.
Aplastarme si tus enfados nos asfixian.
Y que tus palabras suenen a tu vida."




El primer premio lo ha ganado mi amiga Tania S. con


"Ser el rincón donde te escondes
para poder verte cada día.."



miércoles, 13 de febrero de 2013

hot dogs, rain drops, we both and a yellow cab

0.

La jota es una letra apática, vaga, siempre sin ganas de hacer nada; por eso acostumbra a tumbarse en las palabras, apoyándose en las otras letras vecinas, cuando las hay.
Y si no existe letra en que apoyarse – cuando es final de palabra, por ejemplo en reloj – en lugar de incorporarse y hacer algo por salvarse, simplemente se deja caer en ese abismo aéreo e infinito del olvido y la mediocridad.
Por eso ella, que decidió hace años prescindir de este tipo de flaquezas en su vida, cambió la jota de su nombre por una equis y desde entonces se quiso llamar, y quiso que la llamasen, Alexandra.

Pensado ahora, desde la posición elevada de los años transcurridos, creo que acertó con la equis…

No hay otra letra en el abecedario que se parezca más a su carácter. Es de una perfección simétrica desde cualquier punto de vista. Es resuelta, decidida, es auténtica incluso aislada del resto de las letras, (márquese con una x lo que proceda…) transparente, hecha de segmentos afilados de sinceridad, con los pies en el suelo pero con los brazos abiertos, dispuestos a recoger cuanta vida consiga atrapar en párrafos dispersos.

Sólo en ocasiones se muestra algo reservada, convirtiendo su ser en incógnita de una ecuación que, con el tiempo y los conocimientos necesarios, antes o después podrá ser despejada.
Y ahora mismo, amenazado ya el final de este día por el sueño, sólo se me ocurre otra equis, la de las quinielas, centrada, equilibrada y objetiva.

Después de conocer a Alexandra tanto como pude y me permitió, creo que ciertamente su carácter era el de la equis, y no el de esa otra letra que, al igual que ella de su vida y de su nombre, yo desterraré de este relato.

hot dogs, rain drops, we both and a yellow cab por lisardo díez llamazares se encuentra bajo una

martes, 12 de febrero de 2013

introducción horizontal a mis geometrías

Los recuerdos, los distintos pasados, lo que nos va quedando, ese poso de lo vivido... se traduce en palabras que a veces no pronunciamos por ausencia de oyentes cercanos o, en ocasiones, por simple pereza o falta de tiempo.

Ese poso de lo vivido o lo soñado suele dibujarse, en mi caso, con tinta azul sobre un papel o píxeles de color que llenan distintas pantallas, dando lugar a líneas paralelas y horizontales que de izquierda a derecha se atreven a contar historias; construyendo con el tiempo ese plano personal de mis propias geometrías.