con la linterna en la boca

(Conversación robada en un bar de Carrizo de la Ribera - León)


Escuché el relato de boca de un cliente de ese bar de pueblo que ya no frecuento. Sus ojos, que encierran ya más de 60 inviernos, detuvieron su recuerdo en un día de nochevieja en que, con motivo de una cena con sus amigos de juventud, se encontró, al caer la noche, en mitad de un río, oscuro de aguas crispadas por la mucha nieve de esas fechas, subido sobre sus zancas (en su zona los zancos adquieren condición femenina en homenaje inconsciente, ancestral y necesario a la mujer, soporte y alivio de familia, miedos y soledades) y sujetando la linterna con la boca, intentando ver algo entre el negro velo de la crecida, en busca de esas truchas invitadas a tomar parte en una velada de reencuentro.

Con la linterna en la boca cuando faltan manos para pelear los contratiempos.

Con la linterna en la boca, porque el resto de las partes de tu cuerpo ya se saben implicadas en esa lucha.

Con la linterna en la boca, porque con motivos y voluntad se ganan esas contiendas personales contra un destino inesperado y amenazante.

La linterna en la boca – comprendí – como actitud de poner toda nuestra fuerza y medios en perseguir siempre eso que anhelamos. Sin rendirnos. Porque, al final, valdrá la pena.

(apurar su vaso de vino puso fin a ese relato sin pretensiones; para muchos significará mucho.)



"con la linterna en la boca" por lisardo díez llamazares se encuentra bajo

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